El bautizo de los perros

Un cliente entró a la clínica veterinaria con una camada de perritos “golden retriever”, para que el veterinario los inoculara. El veterinario notó que los perritos se movían tanto y se echaban encima y abajo el uno del otro, y se dio cuenta que sería difícil saber cuál ya habría inoculado y cuál no. Entonces, abrió la llave del agua, mojó sus dedos, y humedeció la cabeza de cada perrito al terminar con la inoculación.  Después del cuarto perrito, el veterinario notó que su cliente, que antes no paraba de hablar, se había quedado muy quieta. Al humedecer la cabeza del último perrito, la mujer se le acercó y susurró, “No sabía que tenías que bautizarlos también”.